Paloma
mensajera macho de nombre Enzo y número 27734-12. En su haber, 4.500 km de
vuelo (cinco carreras de fondo).
Por un
ejemplar de raza se pagan hasta 310.000 euros. Su portentoso sentido de la
orientación, que les permite salvar miles de kilómetros sin perderse, es aún un
misterio. Hoy siguen llevando mensajes.
Detestada en
las grandes metrópolis, asociada a plagas, a transmisión de enfermedades y al
deterioro de monumentos, hoy día hay quien paga 310.000 euros por una mera
paloma. Claro que esta no es urbana ni huérfana de estirpe, sino que se trata
de una paloma mensajera (Columbus livia domestica), se pone a la venta
en subasta y su pedigrí y estampa distan kilómetros de la fealdad y
ausencia de higiene de sus congéneres callejeras. "Se adquiere para
reproducir y vender sus pichones [a 3.000 euros]. Esa ganó frente a más de
50.000 palomas. Las subasta un colombófilo belga [Leo Heremans] que cría
algunas de las mejores del mundo. Tanto Bélgica como Holanda son los dos países
con mayor tradición, y en Halle, cerca de Bruselas, está la sede de la
Federación Internacional [FCI]. Allí no hay palomares, son palacios",
relata José María Vázquez Gavito (Avilés, Asturias, 30 de mayo de 1965),
presidente de la Real Federación Colombófila Española (la decana de
todas las deportivas en España, 1894), y facultado como juez internacional. De
modo que Bolt, que así se llamaba la carísima paloma trasunto del
velocista jamaicano, voló en 2013 al palomar de un chino llamado Mr. Gao,
dentro de una puja por una colonia de palomas que movió 4.346.500 euros.
"Los chinos se vuelven locos con la colombofilia y, como los árabes, han
entrado muy fuerte en este mundo. El linaje muchas veces lo modela o determina
el colombófilo que mejora la raza que cultiva", añade Vázquez Gavito
mientras acaricia un ejemplar de paloma, línea morris norteamericana y theleen
holandesa, en su palomar avilesino.
Además de
velocidad y resistencia en vuelo, hay otros cinco parámetros que puntúan en los
concursos y fundamentan disparatados precios: impresión general, cabeza, ojo y
expresión; osamenta general, estructura de horquilla posterior; espalda y
rabadilla; equilibrio y musculatura; ala, cola y calidad de plumaje. "Los
colores van de los pizarrosos o bronceados, los rodados, que son gris-negro, os
chocolates o rojos marrones, y los moteados en gris y blanco, un tono que
llamamos gabino", añade el presidente, quien lleva asociado desde
mayo de 1977, sin contar el aprendizaje de chiquillo al lado de su padre, de 83
años, enamorado de los gallos de pelea y de las aves. Las mejores razas de
mensajeras llevan apellidos neerlandeses: Delbar, Jan Aarden, Sootjens
VanDyck, Wouters... En España, se celebran anualmente la Copa del Rey y
la Copa de la Princesa de Asturias, y cada dos años tiene lugar la
Exposición Ibérica (junto con Portugal) y la Olimpiada Colombófila
(en 2017, en Bruselas).
Se cierra la
tarde sobre Asturias. Ni un ave a la vista. Vázquez Gavito ni atiende el whatsapp
mientras supervisa sus palomares. "La gente está equivocada respecto a las
palomas mensajeras. Yo no te la mando con un mensaje a tu casa. Ellas lo que
hacen es regresar a su lugar de origen desde donde las sueltes", explica
el presidente en sus dominios, un lugar donde, además de 140 palomas, hay perro
pointer, canarios y viejos gallos de pelea. En España, son unos 3.800
los federados a la colombofilia, para un censo total aproximado de casi 340.000
palomas anilladas y una subvención de 15.300 euros. No son muchas. En Bélgica
están por encima de 10 millones. Los licenciados pagan una cuota de 30,64 euros
anuales, con dos seguros aparejados (obligatorio y de responsabilidad civil).
"Ya no somos de utilidad social, desde que en 2008 se sacara a las palomas
mensajeras del Ministerio de Defensa [formaban parte del Batallón de
Transmisiones Especiales 22]. Hemos pasado a un cajón de sastre",
aclara Gavito.
Abolengo genético:
En esta era
de whatsapp e inmediatez, ¿qué es exactamente y cómo se comporta una
paloma mensajera? ¿Acarrea mensajes en su pata como cuando anunciaba el fin de
un asedio en el siglo XVI? La raza mensajera procede de la bravía, no se va más
allá de 500 gramos de peso, y ha ido perfeccionando su abolengo genético
al cruzarse con ejemplares norteamericanos y de los Países Bajos, alemanes y
portugueses.
Básicamente,
su cualidad es que sabe regresar a su casa (el palomar) gracias a su portentoso
(y aún misterioso) sentido de la orientación, pudiendo salvar hasta 1.000
kilómetros a una velocidad de 90 km/hora. Una mezcla talentosa de
vista, olfato, detección de campos magnéticos y longitudes de onda provoca que
el ave retorne a su hogar (el comedero donde se alimenta desde cría). Las aves
migratorias aprovechan corrientes y cambios de temperatura; las mensajeras
vuelven siempre. "Para que dos personas puedan comunicarse deben tener palomas
el uno del otro, aunque nadie se manda mensajes hoy día. Cuando había conflicto
bélico lo que se hacía era llevar a las aves hasta ese punto estratégico y que
regresaran con noticias", relata el presidente. Hoy día, aquellos antiguos
mails que fueron las buenas nuevas sobre batallas o resultados
deportivos en la antigua Grecia o Persia han dado paso a concursos de velocidad
y belleza. Cada colombófilo y tras censar a su palomar debidamente cada
diciembre (anillas con año de nacimiento, sexo, color y número, además de otra
con un chip solo para el concurso), enjaula en la sede de su club a los
pichones que van a participar en un certamen. El transportista los recoge
(viajan separadas en cestos los machos de las hembras) y los lleva al lugar de
suelta.
Cada palomar
tiene unas coordenadas y una distancia medida desde ese punto de suelta,
siempre calculada en línea recta. El encargado de la suelta analiza las
condiciones meteorológicas y un delegado de la Federación Española supervisa
las jaulas. Si hay muy baja temperatura, lluvia continua o niebla cerrada,
la paloma no puede volver por frío o falta de visibilidad. Llega el momento
álgido de la suelta. Son 500, 600, 1.000, hasta 30.000. Ascienden. Vuelan en
círculos. Se orientan. A veces se rompe la bandada, depende de misteriosos
factores. De repente, marchan en una dirección determinada. Algunas marcan el
ritmo, otras son gregarias. No suelen parar para descansar y no superan los dos
kilómetros de altitud en su vuelo.
Desgraciadamente,
no llegarán todas al palomar, merma de un 60%, entre las que se pierden
y las que se meriendan las rapaces. Viajan al natural (mucha querencia hacia el
palomar puesto que se produce el vuelo en tiempo de incubación de sus crías) en
soltería (sin celo), viudez (se separa a la pareja para que el palomo vuelva
rápido) o semiviudez (sistema intermedio de los dos anteriores).
Las hay
velocistas, como la mencionada Bolt,
que cubren distancias de 240 km en apenas tres horas; las hay fondistas, que se
plantan en Avilés tras despegar en Lebrija (Sevilla) o Barcelona, dejando tras
sus alas casi 1.000 km. Llegan exhaustas, con miedo, excitadas tras salir
indemnes de azores y halcones. Al arribar a cada respectivo palomar una antena
manda los datos a un reloj de colombofilia para constatar el momento de llegada
y la identidad del ave. Ese cronómetro digital se lleva al club para descargar
los datos del ordenador y hacerlos públicos para ver los ganadores. "En
tiempos de mi padre, había corredores que llevaban en relevos la anilla
al único reloj que existía en Avilés en el bar Casa Venancio", rememora.
El club
avilesino se fundó en 1926 y hoy cuenta con 38 miembros que poseen cerca de
5.000 aves. Una de las más prestigiosas sueltas del mundo se celebra en
Barcelona, el primer fin de semana de julio. Se realiza en las instalaciones
del viejo Forum y se liberan 30.000 palomas procedentes de varios países
de Europa. De noche no vuelan, si bien las ha habido que se orientan hasta por
las luces de las autopistas. "Con estas sueltas multitudinarias hay que
avisar a AENA, por los aviones y demás", explica Vázquez Gavito.
Cada día el
presidente entrena a sus palomas. Les coloca un barreño con agua para que tomen
su baño y dejen límpido su plumaje. Seguidamente, abre las jaulas para que
vuelen, entre 30 minutos y una hora. Cuando considera, coloca un enorme mástil
de más de 10 metros coronado con la enseña nacional. Con el estandarte
enarbolado, las aves saben que es momento de retornar. También las reclama con
un característico silbido, así como agitando un bote con una mixtura de cereales
(el saco de 20 kg, 18 euros, lleva trigo, cebada, maíz, sorgo...). A modo de
maraca, el sonido del almuerzo no suele fallar. "Es una emoción
indescriptible cuando llegan. ¿Por qué vienen?, ¿por qué son tan fieles al
palomar?", se conmueve.
Fuente: http://www.expansion.com/
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